Hace poco más de dos años, un grupo de estudiantes de la Universidad de Arkansas, en Querétaro, tomó una iniciativa crucial para la conservación del ajolote mexicano. Bajo la dirección de Jesús Alejandro Pérez Andrade, estos jóvenes crearon el Axolotarium, un santuario especializado en el rescate y crianza del ambystoma mexicanum, mejor conocido como ajolote. Esta especie, endémica de México, ha enfrentado graves amenazas a su supervivencia debido a la pérdida de su hábitat natural, especialmente en los canales de Xochimilco, Ciudad de México.

El proyecto comenzó como una iniciativa escolar, pero pronto se transformó en un reconocido centro de conservación. Lo que comenzó con solo dos ajolotes, ha crecido hasta albergar más de 500 ejemplares, gracias a los esfuerzos de reproducción responsable que caracterizan al Axolotarium. La misión del santuario es clara: posicionarse como un laboratorio líder a nivel mundial para la investigación de esta especie, que es un emblema de la biodiversidad mexicana.

En una entrevista, Pérez Andrade destacó la importancia del ajolote no solo como símbolo de México, sino como una especie que suscita gran interés entre jóvenes investigadores. “México es increíblemente megadiverso. Solo nosotros tenemos ajolotes y mucho talento humano. Vienen jóvenes que se interesan por aprender de esta especie, de la que se sabe muy poco”, afirmó.

El esfuerzo de estos estudiantes ha llamado la atención de la comunidad científica, incluyendo al reconocido investigador Alfredo Cruz, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav). Cruz ha trabajado por más de una década en la investigación de los factores biológicos del ajolote, con aplicaciones potenciales en el campo médico. En su colaboración con el Axolotarium, elogió el logro de generar una reproducción natural sin el uso de hormonas y destacó la importancia del ajolote como indicador ecológico. “Es una especie bandera. Su desaparición implica la pérdida de muchas otras especies y el deterioro grave de su hábitat”, advirtió.

Hoy, el Axolotarium es un proyecto autosustentable que recibe apoyo de entidades gubernamentales y empresariales, así como donaciones y la venta de productos creados por los propios estudiantes. Este esfuerzo colectivo involucra a más de 60 estudiantes de diversas carreras, como biotecnología, economía, ingeniería y marketing, quienes trabajan en conjunto para garantizar el futuro del ajolote y su hábitat.

Con este santuario, los jóvenes han sentado las bases para aumentar el conocimiento sobre el ajolote y asegurar su conservación, demostrando que el compromiso estudiantil puede tener un impacto significativo en la protección de la biodiversidad.

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