México ha tenido en las drogas un problema latente. No cesa y, por el contrario, se convierte en uno de los factores de desequilibrio social. El año pasado, 19 mil personas (entre los 10 y 19 años) fueron internadas de urgencia luego de haber consumido alguna droga. De acuerdo con información de la Dirección General de Información de la Secretaría de Salud, recabada por Milenio, las internaciones en urgencias por el consumo de drogas entre los jóvenes se dispararon un 1350% desde 2012 hasta 2023.
Las cifras, alarmantes desde luego, dejan ver un problema de fondo: las políticas del Estado han sido inefectivas para contener el consumo de estas sustancias. No ha habido campaña de seguridad ni mediática que logre mitigar sus efectos. Más bien, el consumo ha aumentado y con riesgos más graves para los jóvenes que entran en ese mundo. En el mismo periodo, según los datos recopilados y contrastados por Milenio, los ingresos a urgencias por alcohol bajaron hasta un 24%, un pequeño alivio en un panorama tan complejo y, sobre todo, amplio.
En ese sentido, puede hablarse de un renglón positivo, pero que pierde trascendencia cuando se observa el bosque completo. Además, hay un problema que resulta clave: el subregistro. Si las cifras son alarmantes por sí mismas, debe considerarse que la capacidad de medición del sistema de salud no cuenta con la precisión requerida. Y eso pasa porque quienes son adictos a las drogas no encuentran la atención médica de manera efectiva —y por lo tanto quedan fuera de la numerología—. Así lo explicó, en la misma nota, Angélica Ospina-Escobar, investigadora del Programa Política de Drogas A.C:
“Quienes llegan a urgencias son los menos, porque necesitan haber pasado por un montón de barreras. Por ejemplo, las ambulancias no siempre quieren levantar a la gente que vive en situación de calle o a la más vulnerable, que es la gente con más riesgo de sobredosis, porque consumen sustancias de menor calidad”. Es así que México afronta un panorama complejo: un problema de salud creciente y con el fantasma de las drogas sintéticas merodeando con más peligro.
Ya las metanfetaminas son las principal tipo de droga que se consume entre los jóvenes (responsable de más de la mitad de ingresos a urgencias). Pero el problema del fentanilo está entre los principales pendientes del gobierno mexicano. El consumo de este opioide ha desatado una crisis sin precedentes en el vecino Estados Unidos. Durante un buen tiempo, el presidente Andrés Manuel López Obrador negó que esta droga representara un problema para México. En marzo pasado, el mandatario admitió en una conferencia de prensa que en México se producía fentanilo, aunque redujo el impacto de esa circulación.
“Lo cierto es que, en México, en algunos lugares se ha decomisado fentanilo, muy poco elaborado en México, pero sí hay componentes de fentanilo, los llamados precursores químicos que llevan a que se elabore el fentanilo, igual que en Estados Unidos; eso incluso aceptado por la Fiscalía de Estados Unidos y lo mismo en Canadá, para que no saquen de contexto nuestros adversarios”, explicó el mandatario.
El problema principal, en este aspecto, es el aumento de ingresos a urgencias por drogas entre los jóvenes. Se trata de un asunto que deberá combatirse a largo plazo y en diferentes frentes. No se trata sólo de hacer conciencia sobre los funestos efectos de estas sustancias, sino de atacar efectivamente los procesos de elaboración y distribución que permiten que las drogas lleguen hasta el consumidor. A nivel salud, también hay pendientes. El principal, como se destacaba, es el subregistro existente a nivel institucional. Todo por hacer.