El presidente Andrés Manuel López Obrador expuso en la clase de historia la vida de Francisco Villa (1878-1923), quien padeció desde la infancia y adolescencia las infamias cometidas por hacendados de la época, lo que orilló al revolucionario del pueblo a rebelarse contra ellos y el régimen porfirista.
En su último libro, ¡Gracias!, el mandatario afirmó que el suceso que marcó la primera aparición importante de Villa en la Revolución Mexicana fue cuando el 10 de mayo de 1911, bajo las órdenes de Pascual Orozco, participó en la batalla de Ciudad Juárez, que ocasionó el 31 de mayo de 1911 la renuncia de Porfirio Díaz a la Presidencia tras 34 años de dictadura.
Villa, explicó, tuvo profundo afecto al presidente Francisco I. Madero y, al ser asesinado el 22 de febrero de 1913 junto con el vicepresidente José María Pino Suárez en la Ciudad de México, el revolucionario se manifestó contra el usurpador, Victoriano Huerta, general que participó en la conspiración y el golpe de Estado contra el gobierno del Apóstol de la Democracia.
El 29 de septiembre de 1913 el también conocido como el Centauro del Norte organiza y lidera la legendaria División del Norte, un poderoso ejército de masas formado por agraristas, jornaleros, rancheros, vaqueros, artesanos, obreros, mineros, maestros y arrieros, entre otros.
Al frente de la División del Norte, Villa tomó Chihuahua durante la lucha contra el huertismo. Por cuatro semanas, del 8 de diciembre de 1913 al 7 de enero de 1914, se desempeñó como gobernador provisional y aplicó en la entidad una política que resolvió a corto plazo los problemas más urgentes de la población. Al respecto, el jefe del Ejecutivo invitó a consultar la obra del historiador Friedrich Katz sobre Villa en ese periodo de gobierno.
A Villa, mencionó, se le debe la hazaña de atacar Columbus, Nuevo México, en Estados Unidos, para impedir lo que consideraba actos de traición a la patria. A partir de ese hecho, en marzo de 1916, el Centauro del Norte se convirtió en un símbolo de resistencia; miembros del ejército estadounidense, encabezados por el general John J. Pershing, entraron a México a fin de perseguir a Villa por todo el territorio nacional, pero nunca pudieron atraparlo. Por ello, el pueblo acuñó la frase:
«Villa está en todas partes y en ninguna».
El fracaso de esta expedición llamada Punitiva, la cual terminó sin éxito en 1917, expuso que a Estados Unidos no le convenía una guerra contra México bajo ninguna circunstancia.
«Y aunque solo fuera por eso hay que honrar la memoria de Pancho Villa», puntualizó el titular del Ejecutivo.
“Sobre si Villa fue bueno o malo, bandido social, revolucionario, o temido y cruel, posiblemente fue todo eso, pero no debemos olvidar que las revoluciones, aun con sus nobles fines, las revoluciones armadas siempre han acarreado excesos. (…) Por eso, no a la guerra, sí a la paz”, aseguró.
En conferencia de prensa matutina subrayó que todas las guerras son irracionales y, aunque no todas las revoluciones fueron deseadas por sus dirigentes, obedecieron a una serie de circunstancias complejas, como en el caso del cura Miguel Hidalgo y Costilla, Benito Juárez García o el propio Francisco I. Madero.
José Doroteo Arango y Arámbula, verdadero nombre de Francisco Villa, nació el 5 de junio de 1878 en San Juan del Río, Durango, lugar ahora conocido como La Coyotada. Fue asesinado el 20 de julio de 1923 en Hidalgo del Parral, Chihuahua, a consecuencia de una emboscada ejecutada por un grupo de 15 hombres.
Con el propósito de conocer más sobre la vida de Francisco Villa, el presidente también recomendó a los jóvenes consultar la tesis doctoral La División del Norte, del historiador Pedro Salmerón, y el libro La sangre al río, de Raúl Herrera Márquez. Sobre los juicios sumarios y los enfrentamientos entre frentes de la Guerra Civil Española, sugirió leer la novela titulada Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway.
El presidente López Obrador mencionó que el objetivo de las cápsulas de historia es reconocer la herencia cultural de civilizaciones antiguas y las enseñanzas del noble oficio de la política, construida por héroes nacionales con ideales de justicia, libertad, democracia y soberanía.
“México es una potencia cultural en el mundo y gracias a eso enfrentamos todos los males y siempre salimos adelante, siempre nos volvemos a poner de pie, por eso nos ha ayudado mucho esa idiosincrasia y nos ayuda mucho también, que es lo complementa esa tradición, a esa grandeza cultural, nuestra historia política, que es excepcional, muy fecunda”, aseveró.
“Quien no sabe de dónde viene, difícilmente va a saber hacia dónde va y esto explica bastante, mucho, el porqué de las políticas de nuestro gobierno, en quién nos inspiramos. Desde luego, recogemos lo mejor de lo universal, pero nos nutrimos fundamentalmente de nuestra historia y aquí están las mayores enseñanzas”, agregó.