OpenAI tiene ChatGPT. Google tiene el chatbot Bard. Microsoft tiene sus Copilots. El martes, Amazon se unió a la contienda de los chatbots y anunció su propio asistente de inteligencia artificial: Amazon Q.
El chatbot, desarrollado por la división de computación en la nube de Amazon, está enfocado en lugares de trabajo y no fue diseñado para consumidores. Amazon Q pretende ayudar a los empleados con tareas cotidianas como resumir documentos de estrategia, rellenar notas de soporte interno y responder a preguntas sobre las políticas de la empresa. Competirá con otros chatbots corporativos como Copilot, Duet AI de Google y ChatGPT Enterprise.
“Creemos que Q tiene el potencial de convertirse en un compañero de trabajo para millones y millones de personas en su vida laboral”, comentó Adam Selipsky, director ejecutivo de Amazon Web Services, en una entrevista.
Amazon se ha apresurado a combatir la percepción de que se está quedando rezagada en la competición de la IA. En el año transcurrido desde que OpenAI lanzó ChatGPT, Google, Microsoft y otros se han sumado al frenesí presentando sus propios chatbots e invirtiendo mucho en el desarrollo de la IA.
Hasta hace poco, Amazon había sido más discreta sobre sus planes de IA. En septiembre, anunció que invertiría hasta 4000 millones de dólares en Anthropic, una empresa emergente de IA que compite con OpenAI, y que desarrollarían juntos chips de computación avanzada. Amazon también presentó este año una plataforma que permite que los clientes accedan a diferentes sistemas de IA.
Como proveedor líder de computación en la nube, Amazon tiene clientes empresariales que almacenan grandes cantidades de información en sus servidores de la nube. Las empresas estaban interesadas en utilizar chatbots en sus lugares de trabajo, afirmó Selipsky, pero querían asegurarse de que los asistentes pudieran resguardar esos montones de datos corporativos y mantener su información privada.
Muchas empresas “me dijeron que habían prohibido el uso de estos asistentes de IA en la empresa por motivos de seguridad y privacidad”, señaló.
En respuesta, Amazon construyó Q para que fuera más seguro y privado que un chatbot de consumo, aseguró Selipsky. Por ejemplo, Amazon Q puede tener los mismos permisos de seguridad que los clientes empresariales han configurado para sus usuarios. En una compañía en la que un empleado de mercadotecnia no tenga acceso a previsiones financieras confidenciales, Q puede emular esa situación y no le facilita al empleado esos datos financieros cuando se le pregunte.
Las empresas también pueden dar permiso a Amazon Q para trabajar con sus datos corporativos que no estén en los servidores de Amazon, como conectarse con Slack y Gmail.
A diferencia de ChatGPT y Bard, Amazon Q no se basa en un modelo específico de IA. En su lugar, utiliza una plataforma de Amazon conocida como Bedrock, que conecta varios sistemas de IA, incluido el propio Titan de Amazon, así como los desarrollados por Anthropic y Meta.
El nombre Q es un juego de palabras con “question” (pregunta), dada la naturaleza conversacional del chatbot, explicó Selipsky. También es un juego de palabras con el personaje Q de las novelas de James Bond, que fabrica herramientas sigilosas y útiles, y con una poderosa figura de “Star Trek”, añadió.
El precio de Amazon Q es de 20 dólares mensuales por usuario. Microsoft y Google cobran 30 dólares al mes por cada usuario de los chatbots empresariales que funcionan con su correo electrónico y otras aplicaciones de productividad.
Amazon Q fue uno de los muchos anuncios que hizo la empresa en su conferencia anual sobre computación en nube que se celebró en Las Vegas. También compartió planes para reforzar su infraestructura informática para la IA y amplió su larga colaboración con Nvidia, el principal proveedor de chips de IA, con la construcción de lo que las empresas denominaron el superordenador de IA más rápido del mundo.
La mayoría de estos sistemas utilizan microprocesadores estándar junto con chips especializados de Nvidia denominados GPU (unidades de procesamiento gráfico). En cambio, el sistema anunciado el martes se construirá con nuevos chips de Nvidia que incluyen tecnología de procesador de Arm, la empresa cuya tecnología impulsa la mayoría de los teléfonos móviles.
El cambio es una señal preocupante para Intel y Advanced Micro Devices, los principales proveedores de microprocesadores. Pero es una noticia positiva para Arm en su largo esfuerzo por introducirse en las computadoras de los centros de datos.