Por Carlos Silva, La lengua de Dante
Cual si se tratara de clubes de Toby, hasta ahora, indistintamente todos los partidos han mantenido la idea de postular como candidatos solo a sus militantes más cercanos, que no necesariamente son, ni los más capaces, ni los más distinguidos y es probable que por ahora, Morena sea el partido que menos inconformidades venga generando con su extraña y peculiar manera, de asignar y repartir posiciones aunque sus formas y ello es así, porque de momento Morena es el partido que tiene más espacios y posiciones para repartir, pero, salvadas las proporciones, todos y cada uno de los partidos hacen lo mismo, segregar la participación de los ciudadanos, para quienes solo tienen reservada la tarea de tener que remitirse a elegir entre las alternativas que cada partido presente, es decir, solamente votar por aquellos que los partidos postulan.
Las más recientes elecciones han dejado muchas lecciones, entre ellas, que los partidos políticos, particularmente los de oposición, no supieron o no quisieron leer el sentir de la gente, un sentir que dicho sea de paso, mantuvieron oculto durante todo el proceso electoral, a buen resguardo, para poder llevar a cabo el malicioso plan de tan solo unos cuantos, precisando incluso, engañar y echar por la borda el esfuerzo de una candidata presidencial que tampoco logró concitar todo el entusiasmo ciudadano que desde mucho antes desbordaba a los partidos.
Desde hace mucho tiempo, está visto que a los partidos políticos, su sola militancia no les alcanza para ganar elecciones e invariablemente, en todos los casos, para posicionarse y ganar espacios de representación, precisan de contar con ese otro impulso, ese que en cada elección les proporcionan los electores que no son militantes, ese al que segregan y desdeñan si no se convierte en abierta militancia.
Derivado de ese esquema, por ahora, los partidos sobrevivientes se reparten entre muy pocos las migajas que les asegura el sistema, pero así ha sido siempre, así son todos, porque de ese tamaño es la estatura moral de los partidos políticos en México; por ello, hacer política en México fuera de los partidos políticos es mucho más complejo, lento e incierto, pero está claro, que debe procurarse cada vez en mayor medida.
Ahora, después de un exultante proceso se tiene en Morena a un partido al que no le motiva la mejora, sino la revancha, no le entusiasma el hacer, sino el deshacerse de sus adversarios y para complacencia del partido triunfante, se tiene también a partidos antagonistas que no saben plantarle la cara como oposición.
A diferencia de lo que ocurre en otros países, los líderes de los partidos que no fueron derrotados, sino, arrasados, no han renunciado ni parecen querer hacerlo en breve, de hecho, el dirigente nacional del PRI, ya se ha encaramado en la misma ruta que luego de varios años y varias elecciones, llevó al PRD a finalmente perder su registro en las más recientes elecciones.
La tarea entonces, sin mayores motivaciones reales, queda en manos de los ciudadanos, esos que durante mucho tiempo, tampoco han sabido exigir, la tarea entonces, parece quedar en manos de quienes, desde los modestos espacios individuales o de pequeños grupos, perfectamente pueden aprender justamente a eso, a saber exigir hasta el punto que logren hacer voltear a esos otros que mantienen secuestradas las concesiones que posibilitan la participación o si es preciso, hasta provocar hacer a un lado a los mismos de siempre para dar paso a un manejo ciudadano que en los hechos, sea realmente algo diferente.