El depuesto presidente sirio, Bachar al Asad, encontró refugio hace una semana en Rusia. Desde entonces, no ha habido ninguna noticia sobre su estado y el de su familia, aunque Moscú mantuvo el mismo secretismo en el caso de otros mandatarios a los que concedió asilo.
Aunque fue el Kremlin el que confirmó el 8 de diciembre la presencia de Al Asad en territorio ruso, el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, ha esquivado el tema durante toda la semana en sus ruedas de prensa.
Una palabra de más puede poner en peligro el futuro de sus bases militares en el país árabe, por lo que los altos funcionarios rusos también se han abstenido de criticar abiertamente a los grandes beneficiados de la caída del régimen: Turquía, Israel y EEUU.