EFE / Un análisis de ornamentos personales de los cazadores-recolectores del periodo Gravetiense, durante el Paleolítico, hace entre 34.000 y 24.000 años, ha revelado que en Europa había nueve grupos culturales distintos, aunque de tres de ellos apenas hay datos genéticos.

Esta es la principal conclusión de un estudio de la Universidad Bordeaux (Francia), publicado este lunes en ‘Nature Human Behaviour’, que demuestra que en Europa hubo una riqueza cultural más diferenciada de lo que se creía.

Hasta ahora, gracias a los objetos y herramientas hallados en los yacimientos y al escaso registro fósil de la época, los científicos han ido determinando qué culturas había en el continente y cómo evolucionaron aquellos primeros grupos de Homo sapiens.

En Eurasia, el periodo Gravetiense, que sucedió al Auriñaciense y perduró hasta justo antes del Último Máximo Glacial -la época más dura de la Edad de Hielo-, se caracterizó por una tecnología lítica muy diversa con dos rasgos diferenciales: una gran abundancia de buriles y la producción de figuras antropomorfas o venus.

Además, en ese periodo, por primera vez, se registran enterramientos primarios con ricos ajuares funerarios y ornamentos personales.

Sin embargo, aunque muchos estudios habían analizado el registro lítico y el fenómeno de las figuras antropomorfas del Gravetiense, los enterramientos y los adornos seguían estando relativamente poco estudiados, explican los autores.

Para saber más, la investigación, liderada por el paleogenetista Jack Baker, recopiló y analizó datos de 134 tipos distintos de ornamentos personales datados hace 34.000 y 24.000 años procedentes de 112 yacimientos situados en Europa occidental, central y oriental, Iberia y el Mediterráneo.

Hasta ahora, se había debatido si los abalorios del registro arqueológico (fabricados con materiales muy diversos, como marfil, dientes de osos, ciervos, hienas y linces, entre otros, hueso, azabache y ámbar, y empleados como adornos y señas de una identidad cultural) pertenecían a distintos grupos culturales o si, por el contrario, eran ‘subproductos’ de la separación geográfica.

Sin embargo, el estudio halló diferencias constantes en los ornamentos personales de toda Europa e identificó nueve grupos distintos, que, según los autores, pertenecen a nueve grupos con fronteras culturales entre ellos.

Además, con modelos computacionales, los autores analizaron los efectos que las barreras espaciales y culturales podían tener en la diversidad de las cuentas de los abalorios y concluyeron que, aunque la distancia era importante, no era el único factor que determinaba la elección de las cuentas.

Por último, el estudio subraya que la mayoría de las agrupaciones corresponden a hallazgos paleogenómicos recientes e identifica un grupo cultural de Europa del Este del que actualmente no existen datos genéticos, y dos grupos culturales en Iberia, región de la que sólo existen datos genéticos de un individuo.

Para los autores, estos resultados demuestran cómo la integración de la investigación cultural y biológica puede ayudarnos a comprender a los primeros humanos de Europa.

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