Estados Unidos reducirá de forma significativa el uso de monos en pruebas de seguridad para medicamentos, particularmente en estudios prolongados de anticuerpos monoclonales, anunció la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). La decisión marca un nuevo avance en la estrategia del gobierno de Donald Trump para disminuir la experimentación con animales en la investigación científica.

Modelos computacionales y mini órganos reemplazarán pruebas en primates

Según un borrador de directrices presentado por la FDA, métodos como modelos computacionales avanzados, cultivo de mini órganos en laboratorio y estudios clínicos en humanos sustituirán las pruebas de toxicidad de seis meses que tradicionalmente se realizaban en macacos.
Estos ensayos eran especialmente comunes para evaluar fármacos biotecnológicos utilizados en tratamientos contra el cáncer y enfermedades autoinmunes.

El comisionado de la FDA, Marty Makary, afirmó que la medida cumple el compromiso de la administración Trump de eliminar los requisitos de pruebas en animales y acelerar el desarrollo de nuevos tratamientos.

Un cambio profundo en la investigación biomédica

Cada programa no clínico para anticuerpos monoclonales podría involucrar más de 100 macacos, señaló la agencia.
Aunque Estados Unidos no permite actualmente investigación invasiva con simios, el uso de macacos sigue siendo habitual en estudios de toxicidad.

Grupos defensores de los animales celebraron el anuncio.
Zaher Nahle, asesor científico del Centro para una Economía Humana, señaló que los primates no son modelos confiables para evaluar toxicidad en humanos, y destacó que más del 90% de los medicamentos que funcionan en animales fracasan en ensayos clínicos.

Cierre de laboratorios de primates y transición hacia nuevas tecnologías

La decisión de la FDA se suma a un informe reciente de Science según el cual los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) cerrarán sus laboratorios de primates.
El anuncio también forma parte de una estrategia federal más amplia para modernizar la investigación biomédica, desplazándola de modelos animales hacia tecnologías más precisas y éticamente responsables.

Con este giro regulatorio, Estados Unidos se prepara para un futuro en el que los desarrollos farmacéuticos dependerán cada vez más de tecnologías predictivas y ensayos humanos controlados, reduciendo la dependencia histórica del uso de animales en laboratorio.

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