La flota de 50 autobuses eléctricos usada en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 marcó el punto de partida de la industria china de baterías de iones de litio para vehículos eléctricos. En aquel momento solo existían dos fabricantes nacionales capaces de producir baterías para autobuses. Dos décadas después, China controla más del 75% de la producción global y seis de las diez mayores empresas del sector.
El ascenso comenzó tras la candidatura olímpica de 2001 y se fortaleció cuando el gobierno chino incorporó a los vehículos de nuevas energías en su plan estratégico de ciencia y tecnología 2006-2020. La política pública creó un mercado interno protegido, impulsado por subsidios masivos, infraestructura de recarga estatal y normas que obligaron a todos los fabricantes —locales y extranjeros— a producir vehículos eléctricos.
En 2015, Pekín cerró su mercado a proveedores extranjeros mediante una “lista blanca” que condicionó los subsidios a usar baterías de fabricantes nacionales. Ese cierre aceleró el crecimiento de CATL y BYD, que aprovecharon la escala, la integración vertical de la cadena de suministro y una capacidad de producción altamente automatizada para desplazar a competidores japoneses y surcoreanos.
La manufactura a gran escala, la reducción de costos y la ingeniería aplicada se consolidaron como ventajas decisivas. CATL controla hoy cerca del 40% del mercado mundial y emplea más de 20 mil ingenieros técnicos. BYD reposicionó las baterías LFP con su modelo Blade, eliminó el uso de cobalto y reforzó la seguridad y durabilidad, imponiendo un nuevo estándar en el mercado chino.
Expertos coinciden en que replicar el ecosistema chino será extremadamente difícil para otros países: la densidad industrial, la integración de la cadena de suministro y dos décadas de inversión pública coordinada no tienen equivalentes en Norteamérica ni Europa. Estados Unidos perdió liderazgo tras la crisis financiera de 2008 y terminó viendo cómo empresas chinas adquirían tecnologías desarrolladas en su propio territorio, como A123.
El único espacio competitivo potencial está en tecnologías de nueva generación, como las baterías de estado sólido, cuyo desarrollo podría alterar la dependencia de la cadena actual basada en electrolitos líquidos. Sin embargo, China también participa en esa carrera.
La proyección dominante es que China mantendrá su liderazgo por escala, control de costos, innovación aplicada y la madurez industrial alcanzada. Según analistas del sector, la distancia construida en veinte años es ya, para efectos prácticos, casi insalvable.





