Para que su conservadurismo moral y su defensa de la dictadura militar no le costaran de nuevo la Presidencia chilena, como hace cuatro años, el ultraderechista José Antonio Kast ha buscado esta vez mostrarse como un estadista con una misión concreta: recuperar la “grandeza” de Chile y solucionar la “peor crisis de seguridad en décadas”.
El abogado y exdiputado ultracatólico, de 59 años, ha dado contadas entrevistas en medios y cuando le han preguntado por algún tema que le incomoda, como la píldora del día de después, el matrimonio igualitario o las violaciones a los derechos humanos durante el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990) repite desde hace meses el mismo mantra.
“Tengo las mismas convicciones (…) pero hoy día los chilenos tienen otras urgencias”, dijo esta semana el líder del Partido Republicano en el último debate entre los ocho candidatos que el domingo competirán por suceder al progresista Gabriel Boric.
A diferencia de hace cuatro años, cuando presentó un extenso programa en el que proponía eliminar el Ministerio de la Mujer o prohibir el aborto, la gran promesa de Kast para esta campaña es formar un “gobierno de emergencia” con el que aplicar mano dura contra la delincuencia y la migración irregular.
“Queremos un país donde los delincuentes tengan miedo y los ciudadanos caminen tranquilos, un país donde la migración ilegal no tenga cabida”, aseguró en su cierre de campaña.






