La reciente muerte de Robert Redford volvió a poner en el centro de la conversación Todos los hombres del presidente, la película de Alan J. Pakula que en los años 70 encarnó la pérdida de fe en las instituciones tras el escándalo Watergate. Medio siglo después, el cine estadounidense vuelve a mirar su propia crisis democrática a través de dos de sus directores más influyentes: Paul Thomas Anderson y Ari Aster.
Sus nuevas películas —Una batalla tras otra y Eddington— no sólo exploran un país fracturado, sino que lo hacen abrazando la incoherencia narrativa como recurso, algo que Robin Wood ya señalaba en su influyente ensayo The Incoherent Text sobre el cine de los 70: películas que parecen “abrirse ante nuestros ojos”, mostrando el caos de su tiempo.
Eddington: pandemia, conspiraciones y violencia social
La propuesta de Ari Aster es un verdadero torbellino. Ambientada en un árido pueblo durante la pandemia, sigue al sheriff Joe Cross (Joaquin Phoenix), quien se niega a usar mascarilla y termina enfrentado a su enemigo de toda la vida, el alcalde Ted García (Pedro Pascal), en una campaña electoral cargada de alusiones al trumpismo.
Mientras tanto, su esposa (Emma Stone) lidia con una crisis de salud mental, su suegra se hunde en teorías conspirativas, un conglomerado construye un centro de datos en las afueras y estallan disturbios raciales tras el asesinato de George Floyd. Todo esto conduce a un clímax violento y un tiroteo final que convierte la cinta en una experiencia tan excesiva como inquietante.
Aster parece sugerir que el caos es el nuevo orden, pero corre el riesgo de abrumar al espectador con un relato que se dispersa en demasiados frentes.
Una batalla tras otra: melodrama familiar y épica política
Paul Thomas Anderson apuesta por un formato clásico, filmando en VistaVision para evocar las epopeyas hollywoodenses de los 50. Su película adapta libremente Vineland de Thomas Pynchon y nos presenta a Bob (Leonardo DiCaprio), un antiguo revolucionario de la ficticia brigada French 75 que ahora vive como un hippy derrotado, criando a su hija mientras ve La batalla de Argel.
La irrupción del coronel Lockjaw (Sean Penn), que afirma ser el verdadero padre de la niña, detona un drama familiar que sirve como metáfora de un Estados Unidos post-Obama dominado por intereses corporativos, redadas migratorias y un orden patriarcal en busca de venganza.
¿Hacia dónde va el cine político estadounidense?
Tanto Aster como Anderson plantean que las narrativas radicales del pasado ya no ofrecen salidas. Eddington se hunde en la violencia y el sinsentido, mientras que Una batalla tras otra se aferra a un frágil utopismo que parece imposible en el presente.
El resultado son dos películas que no dan respuestas, pero sí obligan a mirar de frente el miedo, la rabia y el desencanto que marcan la vida política de Estados Unidos. Quizá por eso Steven Spielberg calificó la cinta de Anderson como “demencial” y, paradójicamente, más relevante de lo que el propio director pudo prever.