Después de más de tres décadas de espera y planeación, el cineasta mexicano Guillermo del Toro presentó este sábado en el Festival de Venecia su muy personal versión de Frankenstein, una película que definió como “más que un sueño, una religión desde que era niño”.
Con una mezcla de alivio y humor, Del Toro reconoció en rueda de prensa que finalmente pudo quitarse “la presión” de un proyecto que lo ha acompañado desde los siete años. “Todo lo que he hecho en mi carrera era un instrumento de aprendizaje… cada idea era para llegar aquí”, dijo, recordando que incluso su experiencia como padre lo llevó a reinterpretar la historia como una relación entre padres e hijos.
Un monstruo profundamente humano
La cinta, producida por Netflix pero con estreno previo en salas, fue recibida con aplausos –aunque sin ovación– en sus primeros pases de prensa. Con el estilo barroco y visualmente desbordante del cineasta tapatío, la película retoma la clásica obra de Mary Shelley con un enfoque en la dimensión humana del monstruo.
La criatura es interpretada por el actor australiano-español Jacob Elordi, quien aseguró que el papel fue una experiencia transformadora: “El personaje era un recipiente donde podía depositar todo mi ser. En muchos sentidos, la criatura que aparece en pantalla es mi forma más pura. Es más yo que yo”.
Por su parte, Oscar Isaac encarna al doctor Víctor Frankenstein, un rol que le ofreció Del Toro hace dos años durante una comida. “Mi trabajo como actor es rendirme al material y encontrar la manera de enamorarme del personaje que voy a crear”, dijo el intérprete guatemalteco-estadounidense.
Entre bromas y lágrimas
Fiel a su carácter cercano, Del Toro mantuvo un ambiente distendido durante la conferencia: bromeó con sus compañeros, lanzó frases en italiano e incluso improvisó un enérgico “¡Che cazzo!” cuando fallaron los micrófonos. Al final, cerró con un grito entre español e italiano: “¡Ci vediamo pronto!”.
Pero también habló con seriedad sobre el reto de hacer cine en tiempos de plataformas. Recordó cómo Nightmare Alley quedó opacada en cartelera por el estreno de Spider-Man, y defendió la necesidad de mantener vivo el espíritu cinematográfico. “La batalla es por el tamaño de las salas, pero también por el tamaño de las ideas, el hambre artístico que llevas al cine”, afirmó.
Y entre bromas sobre “querer siempre más de todo” cuando le preguntaron sobre acuerdos con Netflix, el director subrayó lo esencial: provocar emoción. “Soy mexicano y no escatimo con las lágrimas”, confesó, arrancando carcajadas a la prensa.
Un estreno con expectación mundial
Aunque Netflix asegura que su distribución alcanzará a cientos de millones de personas, Del Toro insistió en que lo fundamental es que cada espectador viva la experiencia con intensidad. Para él, Frankenstein no es solo un homenaje a Mary Shelley, sino el punto de llegada de toda su carrera.
“Estoy muy contento de haber esperado y de no haberlo hecho hace 30 años, ni 20, ni siquiera hace diez. Llegó en el momento justo”, concluyó.